La idea de Salud presente en el Arte de cuidArte tiene que ver con poder disponer de nuestro potencial al máximo, o de toda la energía disponible que hay en nuestro cuerpo, y que la sociedad moderna tiende a estancar, truncar o dispersar. La brecha entre el potencial desarrollado y el no desarrollado pone de manifiesto la enfermedad; si bien, el potencial no desarrollado ya es en sí enfermedad. Sufrimos de desvitalización, deshumanización y acorazamiento con nosotros mismos y con los demás como consecuencia de la separación con la Naturaleza. Volver a conectarnos con ella es imprescindible si queremos recuperar la salud, en un sentido integral (cuerpo físico, mental, emocional), pues solo desde el contacto con lo vivo puede entenderse la vida.

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En uno de los Diálogos de Platón, Sócrates le dice a Alcibíades: “Sea fácil o difícil, el hecho con el que siempre nos enfrentamos es este: que conociéndonos a nosotros mismos podremos conocer la manera de cuidarnos mejor”.

Todo apunta a que hay que conocerse a sí mismo para poder cuidarse. El conocimiento de uno implica el conocimiento de hábitos favorables para nuestro crecimiento y hábitos coherentes con nuestro desarrollo humano. No creo que se trate de plantear una verdad absoluta e inamovible, sino de ser capaces de poner a prueba las verdades generalistas para descubrir o re-cordar (pasar por el corazón) las verdades propias y cambiantes que conforman nuestro día a día.

Por lo tanto, el Arte de cuidArte empieza por uno mismo y te acompaña en tu cuidado. Si solo cuido de los otros sin cuidarme a mí mismo (y viceversa), estaré en desequilibrio y no seré feliz. Es un principio básico del orden universal en su justicia infinita: doy y recibo, recibo y doy, en un equilibrio dinámico donde no hay carencia ni exigencia, abuso ni egoísmo.

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Comer bien tiene muchos beneficios. Uno de ellos es que cura y autocura. Se trata de una verdad conocida desde la noche de los tiempos. Ya en la Antigüedad, Hipócrates afirmaba: “Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina, tu alimento”. Y en nuestros días, no es extraño oír que una alimentación óptima es la medicina del futuro.

Que la alimentación y la salud están íntimamente relacionadas no es nuevo, y parece bastante evidente. Sin embargo, también es evidente que en nuestra sociedad no es algo que esté integrado. Cuesta, y mucho, llevar una alimentación saludable de manera espontánea. Y la verdad es que no lo tenemos fácil con el bombardeo constante de aditivos alimentarios, edulcorantes artificiales, alimentos precocinados o agua clorada, por mencionar tan solo unos pocos aspectos de una ingente lista, y que convierten a un tipo de comida muy extendida en algo apenas vivo, desnutridor y desenergetizante.

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Llega un momento en la vida en el que necesitamos cambiar o reajustar algunos hábitos, porque los que tenemos ya no nos sirven. No hacerlo es ir en contra de las leyes de la naturaleza y de su eterno movimiento. Por eso, cuando una serpiente muda su vieja piel, aunque pueda resultar un poco impactante, si no realiza el cambio, muere.

La palabra hábito, lejos de significar una disciplina dogmática o rutina rígida, remite al verbo habere que nos dio las palabras haber, habilidad, habitar. Los hábitos significan habitar con nuestras habilidades nuestro cuerpo, y permitir los nuevos cambios, que son energía en transformación. Y por habilidades entendemos los mecanismos biológicos de reequilibrio, regeneración y recuperación que posee el organismo, y que son directamente favorecidos por unos hábitos de vida y alimentación realmente saludables.