Se pueden decir muchas cosas sobre el acto de depurar. Para empezar, que existen muchas propuestas de depuración. Ahora bien, mi comprensión es que no todas ellas son beneficiosas para la Salud, porque no todas ellas son respetuosas con el cuerpo ni conscientes.
Lo que escribo a continuación no está extraído del programa entregado a los participantes de la depuración grupal y otoñal (octubre 2019), excepto el penúltimo párrafo, por el que siento una especial compasión y devoción. De manera que, los que participasteis en dicha depuración y leísteis los diferentes documentos que os envié, tenéis ahora nuevas líneas de comprensión o reflexión que a la luz de la experiencia depurativa pueden cobrar un nuevo sabor u olor, textura o temperatura.
“Quien elige depurar lo hace voluntariamente y, sin embargo, siempre hay un sentimiento expresado o callado de renuncia o sacrificio, de restricción, de algo que se veta por unos días”
Esto se hace muy evidente, no tanto al inicio de la depuración como cuando se acerca el final, o se llega al final, y se inicia la etapa de transición a la “no depuración”, igual o más importante que los días de limpieza.
“Depurar no es una meta”
Es el camino. Y ello explica que se convierta en un proceso con fases diferentes, y diferente para cada persona.
Me interesa especialmente el aspecto procesual de la depuración y el momento de después: la transición, pues ambas etapas hablan de (¡gritan!) la relación que cada persona tiene con la alimentación, la nutrición y el autocuidado.
La alimentación en sí misma es pura supervivencia, que no es poco. Pero si encima le añadimos el componente emocional (social, cultural…) y el valor simbólico que cada ingrediente representa para el comensal, consumidor, engullidor, masticador, etc., se convierte en un tema que abarcaría los diez tomos de una enciclopedia y continuaría en otra.
Me interesa también, comprender, primero yo a mí misma –comprender(me)- qué alimentos “vetados” durante la depuración me han hecho sufrir y en qué medida. Y cuando hago la transición y “me abro a ellos”, es decir, cuando vuelvo a incorporar los restringidos del período depurativo, cuáles elijo primero.
“Cada depuración es distinta”
Y lo apuntado en el párrafo anterior va cambiando según la depuración y el grado de madurez de la persona con su nutrición. Eso es buena señal, pues nos informa de que algo se mueve. Y es que la depuración, aparte de todo lo que no explico en estas líneas, es ante todo un movilizador de lo inmovilizado en el cuerpo, no sólo físico, también en el emocional y mental. Y sabemos que mueve porque despierta muchas resistencias al cambio, a dejar ir la “toxemia”.
Curiosamente, nos aferramos a la toxemia aunque nuestra parte consciente y racional sepa que estamos depurando para limpiar el cuerpo, y que eso es bueno. Pero, el caso es que desapegarse cuesta, incluso de lo que no nos hace bien. Lo que no nos hace bien a la larga nos enferma.
“Resistirse a la sanación produce mucho sufrimiento”
Mi reflexión es que nos enfrentamos durante unos días, sin aviso previo, a un duelo que nos es muy cercano: el de nuestra parte más insana que ya no tiene razón de quedarse porque hacerlo va en contra de una vida con energía (de vida). O hago el duelo, o vivo una vida muy empobrecida, insana, enfermiza.
La paradoja de las depuraciones radica en que cuando uno las acaba y empieza a abrirse a alimentos objeto del deseo, suele haber un impulso a que no sean sanos o, en el caso de que lo sean, tengan una tendencia energética de extremo (muy expansivos o muy contractivos). El placer que nos producen o la calma o lo que sea, se remonta al período previo al duelo.
Al depurar, regeneramos y nutrimos nuestras células. Este resultado (no el camino para llegar a él) es satisfactorio y beneficioso. Nos hace sentir bien porque nos sentimos más ligeros. Nos hemos desprendido de cargas y lastres de energía densa y bloqueadora. Entonces, ¿por qué volvemos a esas cargas o por qué volvemos a densificarnos con un comportamiento alimentario poco saludable? ¿Será que nos cuesta sentirnos ligeros y vacíos? ¿Será que hay que vivir llenos siempre de algo? ¿Será que seguimos en el horror vacui dieciochesco? Tan poco parece que hemos evolucionado.
Sin equilibrio, una depuración se convierte en una suerte de barrido de impacto para el organismo, que puede provocar un estrés innecesario y que viene a aumentar los niveles de ansiedad y neurosis. Siempre digo que mejor que limpiar mucho y de golpe es no ensuciar innecesariamente. Y cuando salimos de la depuración, hacerlo muy de a poquito porque es como si regresáramos al mundo real-capitalista en pañales.
“Depurar también es integrar”
¿Qué integramos en las depuraciones del Arte de cuidArte?: Hábitos de vida saludable.
¿Cómo sabes que has depurado con Equilibrio e Integrado nuevos hábitos de vida saludable? Por varias cosas. Aquí mencionaré dos fundamentales:
- Sientes cansancio durante el proceso. Este cansancio es una señal de “descarga” o manifestación de que el organismo ha podido entrar más o menos profundamente en fase de eliminación. Pasados unos días, al finalizar la depuración, el cansancio se transforma en vitalización y mayor disponibilidad de la energía.
- Al acabar, es posible que sientas la necesidad de celebrar el esfuerzo a la castidad alimentaria abriéndote a algunos alimentos “vetados”, pero también puedes sentir melancolía o atracción hacia lo que acabas de dejar porque en realidad era sano, de centro y estaba rico. Y sobre todo, porque te producía bienestar, claridad mental, ligereza y simplicidad. Y esto también es placer.
Finalmente, la neurosis de nuestra sociedad se ha instalado del todo en nuestra relación con la comida y el alimento. Comemos más de lo que necesitamos porque lo que comemos está muy empobrecido (en el mejor de los casos) o tiene muy poco que ver con comida de verdad y nos deja insatisfechos y más vacíos aún que antes de comer. Esto es muy grave y explica el valor ansiolítico que depositamos en la comida.
“Comemos muchas veces para dejar de sentir o sentir muy intensamente: son los dos polos del mismo vacío”
Y podemos hacerlo de dos maneras: comiendo más de la cuenta y estando todo el día muy pendientes de la comida, o bien comiendo menos de la cuenta sin horarios, caprichosa y caóticamente. Son dos patrones que incluso combinamos según el día, la semana, o un período de nuestra vida.
Las depuraciones con El Arte de cuidArte pueden ser mucho menos severas que otros planteamientos depurativos tipo détox o de monodieta y, sin embargo, son todo un reto a revisarnos interna y profundamente. A poder entablar un diálogo compasivo con nuestros patrones e inercias insanas, de poco autocuidado, de maltrato hacia nosotrxs mismxs, de poquito querernos y re-conocernos.
El Arte de cuidArte, como servicio de Salud y apuesta por el empoderamiento de la comunidad desde la autoresponsabilidad del individuo, es un compromiso con nuestra capacidad de Sentir. Desde ahí, el Amor, el Respeto o la Libertad son posibles.
SERVICIO DE ACOMPAÑAMIENTO EN DEPURACIONES CON EQUILIBRIO. ALIMENTANDO LOS HÁBITOS DE VIDA SALUDABLE:
GRUPAL: inicios de año 2020 (a confirmar las fechas exactas).
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