La Salud es un estado del cuerpo (físico · emocional · mental) en el que la Energía está disponible. Más disponible, más salud y más posibilidad de accionar la intención, o bien, de integrar los centros del actuar · sentir · pensar.
Necesitamos, por tanto, alimentar bien el cuerpo para vivir saludables. Esto lo hacemos a partir de las fuentes de nutrición. Una de ellas es el alimento físico.
A través del cuerpo matérico y denso, y gracias al proceso digestivo, el organismo descompone y absorbe los nutrientes. Pero no solo eso, también asimila la energía de la parte física (sólidos y líquidos) de los alimentos ingeridos. De no ser así, acabaríamos convirtiéndonos en lentejas, por el hecho de comer lentejas, o en ciruelas, por el hecho de comer ciruelas, o en una hamburguesa de ternera… Lo que nutre el cuerpo es el equilibro energético (bioenergética del alimento), más que el propio nutriente (aspecto biomecánico del alimento). Es decir, no adquirimos la forma de una lenteja, por ejemplo, pero sí nos vamos conformando en relación a la energía de esta proteína vegetal.
Comprender esto es básico para redefinir la palabra salud y el significado de la frase: Somos lo que comemos. Más bien, somos la energía de lo que ensalivamos y masticamos.
Por lo tanto, si no somos la forma del alimento que comemos, pero sí somos la energía del alimento que comemos, tiene mucho sentido hablar de un cuerpo vital, vibrátil y disponible. Una persona que en su día a día come alimentos con una energía de extremo, o que come demasiado o insuficientemente, o que come comida industrial o ultraprocesada, tarde o temprado no tendrá disponible el reservorio de energía de vida. Y su aspecto será apagado, depresivo, sin brillo, con un peso físico que no le corresponde, inmovilizado o automatizado en los movimientos, con rigidez o pereza (que son las caras de la misma cosa), carente de espontaneidad…, por citar algunas señales de desequilbrio o no disponibilidad energética o salud débil.
Así mismo, oímos decir que nos creamos y construimos día a día en función de lo que comemos. Más que cambiar esta frase, yo añadiría que nos creamos y construimos día a día en función de lo que comemos y de lo que somos capaces de absorber. Cuando no hay un buen fuego digestivo, no hay una buena absorción, por mucha cantidad que comamos o estén todos los nutrientes en el plato. Si no hay buena absorción, devienen los problemas de desnutrición, tan sorprendentes en las sociedades basadas en una alimentación industrializada donde no hay privación alimentaria. De hecho, lo que se da es un sobreconsumo alimentario que es al mismo tiempo muy deficitario en su calidad nutricional. Esto es una de las paradojas de las sociedades globales y consumistas.
Llegadxs hasta aquí, ¿te has preguntado alguna vez qué es comer sano? Muchas de las personas a las que acompaño con el Arte de cuidArte, me dicen que comen bastante sano.
Comer sano NO ES no comer comida ultraprocesada (no comida).
Comer sano NO ES no comer carbohidratos refinados.
Comer sano NO ES comer arroz integral.
Comer sano NO ES no comer gluten.
Comer sano NO ES comer crudivegano.
Comer sano NO ES no masticar muchas veces cada bocado.
Comer sano NO Es comer comida para compensar la tensión emocional que sentimos.
Comer sano NO ES igual para todas las personas.
Pero lo que SÍ ES común para todas las personas es que sin equilibrio dinámico o energía de centro no hay salud verdadera.
Para SER salud precisamos TENER disponible nuestra energía y aprender a cuidarla para mantenerla en equilibrio. No se trata de rechazar los momentos en los que nos desequilibramos física, emocional o mentalmente. Estos momentos también forman parte del principio de unidad de los opuestos complementarios. De lo que se trata es de conocer cómo funcionan estas energías dinámicas para que puedan interactuar entre sí, y ponerlas al servicio de la naturaleza de cada individuo. Si esto te suena un poco raro, es como decirte que no es mejor el día que la noche, o la noche que el día. El equilibrio de la vida pasa por la combinación de ambos momentos. Estoy hablando de un equilibrio dinámico e impermanente que asegura la vida.
Esta dinámica del día y la noche, por seguir con el ejemplo de este binomio complementario, se manifiesta en un cambio rítmico a lo largo de veinticuatro horas. El día arranca con el amanecer, y a este le siguen las primeras horas de la mañana que van avanzando a medida que el sol alcanza su punto más cenital en las horas del mediodía e inicia su descenso. Este descenso continúa en la tarde, llegando a la puesta de sol y al anochecer, para entrar en la noche hasta la llegada del amanecer, y vuelta a empezar.
Me interesa destacar el carácter rítmico de las manifestaciones o expresiones del ciclo de la vida porque explica el carácter dinámico, cambiante y relacional de la energía. Nada es blanco o negro, nada es solo yin o solo yang. Yin Yang siempre es en relación y en interrelación. Por eso, podríamos decir que siendo el día claramente día en las horas más yang, y siendo la noche claramente noche en las horas más yin, cuenta con una paleta intermedia de horas de transición donde podemos hablar de más yin y menos yang, o de menos yin y más yang.
¿A dónde quiero llegar? Pues a recordarnos que el equilibrio de la energía, que está en la base del principio de la salud, es inherente a la comprensión de que nada es esto o lo otro, de que nada se vive solo desde una parte a espaldas del resto de las partes. El principio de unidad o ley universal (sabiduría ancestral basada en la observación de la naturaleza) nos dice que el centro no existiría sin sus extremos, ni estos sin un centro. Es imposible vivir en los extremos por mucho tiempo porque la energía se desintegra, de la misma manera como es una falacia pensar que se puede estar todo el día en un estado de centro en equilibrio total. Entre los extremos y ese falso centro de punto fijo existe un tiempo-espacio suficientemente amplio que yo llamo el centro dinámico por donde discurre la vida en todos sus matices y se puede dar el equilibrio dinámico. Aquí hay energía o lo que es lo mismo, existen energías de diferente dirección en diálogo constante.
Si en un día de otoño quiero que haga la temperatura de los días de verano, no estoy fluyendo con la impermanencia de los ciclos de la vida, y esta resistencia e inflexibilidad no me permitirán adaptarme a la nueva situación. Tampoco podré escuchar a mi cuerpo y entender que necesito resguardarme del frío, abrigarme con más ropa, movilizar más mi estructura corporal, y asegurarme de que lo que como mantiene caliente mi fuego digestivo para proporcionarme una energía equilibrada o de centro dinámico.
Esto es SER SALUD. No es tener o no tener energía, se trata de cómo cuidar y nutrir la energía que somos para hacerla disponible y ponerla al servicio de lo que cada persona necesita mover en su vida. De manera que, para poder disponer al máximo de nuestra energía debemos cuidarla todos los días. O bien, si queremos estar disponibles tenemos que cuidarnos.
Si el cuido se olvidó, o no contamos con suficientes experiencias de cuido para traer a nuestro presente, entonces es imprescindible recuperar la memoria del cuido o crear memorias del cuido. Recuperar o crear memorias del cuido es recuperar la memoria de lo que somos.
Esto nos lleva a identificar aquello que dificulta esta memoria. Los hábitos de salud (del verbo habitarse) es un sí al cuidarse. La ausencia o insuficiencia de estos hábitos puede darnos mucha información sobre la salud de un individuo y también de una comunidad o grupo social.
No voy a entrar en la explicación pormenorizada de los principales motivos por los que no nos cuidamos o dejamos de hacerlo. Sería motivo de un nuevo artículo. Pero me gustaría apuntarlo aquí. Mi observación y experiencia personal me llevan a nombrar seis temas que agrupo en parejas:
- El Estrés y la Aceleración
- La Desnaturalización y el Pensamiento rumiante
- La Soledad y el Miedo
¿Qué te parece que pueden tener en común el estrés, la aceleración, la desnaturalización, el pensamiento rumiante, la soledad y el miedo?
Una es la mentalización del cuerpo. El cuerpo se reduce a una construcción mecanicista más pensada que sentida donde el sentir se desvaloriza o hipervaloriza (dos manifestaciones de extremo de la misma cosa). En cualquier caso, el cuerpo se mentaliza.
Ya lo dice el dicho, ni siento ni padezco. Un tipo de uso generalizado de la tecnología en pantallas ilustra esta insensibilización y desconexión o inmovilización del cuerpo. Si no hay un uso de las pantallas desde la consciencia y presencia, el cuerpo no es ni siquiera cosificado, es fagocitado (invisibilizado) por una realidad virtual mentalizada. Son espacios de desenraizamiento donde no puede haber placer porque el placer va más allá de lo que sucede en la cabeza. El desenraizamiento debilita y es un tema muy serio, y grave, porque inhibe la energía. Y si no podemos disponer de la energía que somos, no hay real vida.
Otro punto en común del estrés, la aceleración, la desnaturalización, el pensamiento rumiante, la soledad y el miedo es la desautorresponsabilización de la salud propia. Oigo decir: soy artríticx, soy hipertensx, soy alcohólicx, soy miope, soy anémicx, soy fibromiálgicx, etc. Creo que creer que somos la patología que nos han diagnosticado está lejos de haber comprendido que la salud es el potencial de energía inherente a estar vivx, y que se cuida todos los días.
Soy unx enfermx o soy la enfermedad que tengo es la confirmación de un mandato externo que sella la posibilidad de revertir las señales que emite el cuerpo para ser escuchado y atendido. Así dicho, el hábito de salud nos lleva a habitar nuevos espacios (habitar el cambio) saliendo de la rutina conocida. Es una cuestión de movimientos. Es una cuestión de responsabilidad y de libertad.
Donde hay cambio hay salud, y donde hay salud el equilibrio dinámico se manifiesta en su fuerza y benevolencia.
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Otras entradas en mi blog sobre Salud:De qué hablamos cuando hablamos de salud
El compromiso con la Salud: el Arte del Nosotrxs
La importancia de una alimentación saludable
Otras entradas en mi blog para las cuestiones relacionadas con Yin Yang en alimentación:
Alimentación energética. La energía de los alimentos (1ª parte)
Alimentación energética. La energía de los alimentos (2ª parte)
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Imágenes: Killy Sparre