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En una sociedad capitalista como la nuestra (Barcelona, 2023), en la que se produce y consume más de lo que se necesita, y donde los problemas de nutrición integral tienen que ver con el Estrés y la Aceleración, la Desnaturalización y el Pensamiento rumiante, y la Soledad y el Miedo, lo primero que se tambalea es la SALUD basada en el equilibrio dinámico.

En la lógica del cuido del Arte de cuidArte, vengo ofreciendo diversas definiciones o explicaciones que el lector/a encontrará en la web, en los artículos del blog, en las Newsletters mensuales o en otras noticias breves que publico en las redes sociales. Todas ellas son unánimes en la siguiente idea:

La salud es PARAR a sentir(nos) y responsabilizarnos de lo que sentimos

¿Qué tenemos que parar? El “hacerhacerhacer” en automático con carácter impulsivo o compulsivo, y con una inercia de velocidad y estrés que tiene como función insensibilizarnos. Esta insensibilización se observa muy especialmente en el cuerpo físico y emocional.

Y en el cuerpo mental la INSENSIBILIZACIÓN también habla por los codos produciéndose un sesgo (distorsión y disociación) de las funciones que realizan los hemisferios derecho e izquierdo, con preeminencia de la parte izquierda racional, además de la alteración sináptica (la comunicación eléctrica y química entre neuronas). Ni qué decir que el potencial homeostático que rige el EQUILIBRIO de la vida humana en su inteligencia biológica se pone patas arriba, y lo que percibimos, pensamos y accionamos deviene una maraña de estrés, descentramiento y malestar.

Dicho con otras palabras, cuando estamos en el “hacerhacerhacer”, lo que justamente hacemos es inhibir el sentir para no re-conocer lo que sentimos, para no saber leer las señales del cuerpo, para no atender nuestras necesidades, para evadir la responsabilidad que supone ocuparnos de la vida que vivimos y cómo la vivimos.

Así visto, da miedo ocuparnos de la salud, pues pone en jaque los fundamentos de nuestros mecanismos defensivos, nuestras creencias de toda una vida, así como la aceptación de que buscamos gratificarnos en exceso e inmediatez con la comida y la bebida, si de alimentación como fuente de nutrición hablamos.

En mis acompañamientos, escucho muy a menudo expresiones del tipo “me gusta mucho comer” o “yo disfruto mucho comiendo” o “siento mucho placer con la comida”. Durante el proceso, vamos viendo cómo bajo estas afirmaciones, muy a menudo, se esconden sentimientos de aferramientos y miedos.

Necesitamos asirnos fuertemente a algo y aliviar los temores derivados de haber pasado HAMBRE EMOCIONAL o de no haber recibido una nutrición afectiva (y material) suficientemente sostenedora para un desarrollo humano con consciencia y basado en el sentir de los afectos.

Estoy también hablando de cómo fueron nuestras relaciones con nuestras primeras referencias nutricias. Es decir, cómo nuestros primeros cuidadores (madre y padre) pudieron estar o no presentes, o hasta qué punto pudieron acompañarnos y ser una referencia clara y sólida de salud y cuido. Cómo nos cuidaron explica cómo nos cuidamos y ocupamos de nuestra salud.

De haber vivido nuestras primeras etapas de crecimiento (también perinatales) suficientemente sostenidos, no estaríamos ahora planteándonos el miedo a la salud o el apego al placer (también al hedonismo) como respuesta compensatoria o evitativa de la emoción del miedo.

No necesitaríamos comer más de la cuenta, sabríamos parar cuando sentimos satisfechas nuestras necesidades básicas, sabríamos parar a respirar y tomarnos momentos de autorregulación chequeando cómo está nuestro organismo y escuchar qué necesita, sabríamos ejercitarnos con movimiento físico diario, y descansar y dormir sin problema.

Vivir momentos de desequilibrio tampoco sería un problema, sino algo inherente a nuestra condición humana de estar vivos basado en la impermanencia y el cambio. Y dispondríamos de herramientas integradas en nuestro cotidiano para recuperar el EQUILIBRIO HOMEOSTÁTICO Y DINÁMICO, y de todo el potencial de salud que somos.

Pero nuestras experiencias distan mucho de ser así. Cuando propongo a las personas a las que acompaño con el Arte de cuidArte el ejercicio de tomarse unos minutos de pausa al día, lo primero que emerge es “no me lo puedo permitir”, o una larga lista de “es que …”, o bien, para quien sí se atreve a hacerlo, la desagradable experiencia de sentir ansiedad, mareo o angustia.

Volviendo a la definición de arriba:

La salud es PARAR a sentir(nos) y responsabilizarnos de lo que sentimos

 

¿Será que nos da miedo estar bien, más de dos, tres, cuatro… días seguidos?

¿Será que nos refugiamos en el no estar bien para no tener que asumir nuestras propias decisiones y compromisos? No tomar una decisión es en sí mismo una decisión.

¿Será que queremos que nos cuiden porque justamente es la experiencia que nos faltó cuando nos tocaba ser cuidados?

¿Será que confundimos el estar bien con nunca sentir incomodidad, malestar, violencia, frustración, desolación, o cualquier otra cosa que juzgamos como inadecuada?

Se necesita mucho coraje para vivir en salud, mas es posible vivir en salud. Algo que ayuda es quererlo. Pero sobre todo, lo que marca un antes y un después en el camino de la salud es cuando deja de compensar el no cuidarse o no ocuparse de uno mismo. Es decir, cuando lo que producía un beneficio (ya fuera la gratificación inmediata, la desconexión, el alivio, la autocalma…) deja de serlo y empieza a vivirse como un perjuicio.

Si en este momento de tu vida, sientes que ya no te está bien cómo te relacionas con tu salud y tus apegos te desvitalizan, pero el miedo a cambiarlo te paraliza, busca quien te ACOMPAÑE en la transformación de tus experiencias no nutricias. Hacerlo solos puede ser muy complejo por la sencilla razón de que no tuvimos referentes de cuido suficientes o claros.

En mis acompañamientos no busco retraumatizar situaciones dolorosas de manera gratuita o irrespetuosa. El objetivo es que puedas tener/sentir nuevas experiencias que pongan valor a tu existencia y puedas verte de la manera más amplia posible. Que esto nos puede poner en contacto con el dolor y el sufrimiento vividos, por descontado. Pero cuando esto se da en un entorno de confianza y seguridad, donde podemos ser vistas y vistos sin juicio, entonces crecemos y podemos ser más libres.

Esta es la ayuda que pone a tu servicio el Arte de cuidArte: TRANSFORMAR el miedo a estar bien en ganas de cuidarte, ocupándote de lo que sientes, sea lo que sea que te traiga el SEntiR.

 

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