+34 639 41 93 17 mar@arte-de-cuidarte.com

En Occidente, el valor de los alimentos se rige por su composición química en nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, minerales, vitaminas, lípidos) y en calorías. La alimentación, así vista, es insuficiente, no cura la raíz de la enfermedad y, por tanto, no contribuye a recuperar realmente la salud. Por eso, a muchos hipertensos se les prohíbe la sal, y siguen teniendo hipertensión. De la misma manera como a muchos diabéticos se les quita el azúcar y siguen teniendo diabetes, por ejemplo. Entonces, ¿estas medidas responden realmente a una alimentación saludable?

 

“Los nutrientes, por si solos, no restablecen realmente la salud”


En el Oriente milenario
, estaba muy claro que los alimentos tienen energía, y cada alimento la suya propia. Esto es así porque los alimentos forman parte de la naturaleza, y ésta de la vida, que se rige de acuerdo al principio Único (de Uno), Universal o la Ley de las fuerzas antagónicas complementarias.
La energía es la fuerza para generar un movimiento.
El ser humano también forma parte de la naturaleza. Es una réplica a menor escala (microcosmos) del funcionamiento del cosmos (macrocosmos).
Así visto y comprendido, la energía lo recorre todo. Si hay Vida, hay energía, una fuerza de vida que asegura el movimiento eterno en permanente equilibrio dinámico.
Este equilibrio dinámico es una danza en la que interactúan dos fuerzas energéticas: Yin y Yang, según la nomenclatura de la medicina oriental (tradicional). Y que aseguran la vida en armonía, o lo que es lo mismo, el equilibrio dinámico u orden del Universo en constante cambio y transformación.
Siempre conviven las dos en la misma manifestación (de vida), y se definen en relación la una a la otra. De no ser así, la “cosa” no puede existir y desaparece.
Ahora bien, si nos resistimos al cambio, que es inherente a este principio vital, bloqueamos el fluir de la energía y la salud se desequilibra, no permitimos que exista en su esencia de movimiento, y ponemos en riesgo la vida.

Cuando decimos que la energía ni se crea ni se destruye, se transforma, lo que estamos queriendo decir exactamente es que las dos direcciones o fuerzas energéticas se combinan siempre en diferentes proporciones o intensidades para asegurar el baile eterno. Menciono un ejemplo muy evidente: el día y la noche. Si solo existiera el día, no existiría la noche. De hecho ni siquiera hablaríamos del día.

Según esto, la energía funciona por parejas relacionadas (yin-yang): cielo-tierra, noche-día, frío-calor, ligero-denso, húmedo-seco, agua-fuego, femenino-masculino, lento-rápido… Lo explico de manera muy sencilla, pero es un poco más complejo. En este artículo, el objetivo es usar un lenguaje claro, pero no por ello reduccionista ni categórico. Pensar la pareja yin-yang desde la lógica racional y con una intención clasificatoria no es correcto. Con el tiempo, y a medida que te vas familiarizando con ello, te das cuenta de que es algo que acaba explicándose mucho mejor desde el sentir y las sensaciones que cada cuerpo puede registrar. ¡Las/los alumnas/os del Arte de cuidArte lo saben muy bien! Hablar del frío, sin haber conocido la sensación de frío es bastante reduccionista. Pero si hemos tenido la experiencia de frío y calor, entonces el camino de la comprensión de los alimentos enfriadores y calentadores se esclarece. Por lo tanto, la idea es alejarnos, los minutos que dura la lectura de este artículo (y el próximo, que será la segunda parte), de una lógica exclusivamente racionalista y mentalista, y abrirnos a las sensaciones que conoce nuestro cuerpo, o a sus vivencias y experiencias.

Además del ser humano, existen otros seres vivos como las plantas y los animales. Tener esto presente, puede darnos muchas pistas sobre las cualidades energéticas yin o yang.

Lo yin se caracteriza por ser energía enfriadora y expansiva, que explica que las plantas crezcan hacia la luz. Es una energía ascendente, y es la energía de la tierra (en dirección al cielo). El mundo vegetal vive y crece más en relación al plano vertical, aunque las raíces puedan expandirse también en amplitud.
La fuerza dominante yin es la centrífuga.
Yin son las inflamaciones y la energía de expulsión en el parto, por ejemplo.

Lo yang se caracteriza por ser energía calentadora y contractiva. Es una energía descendente, y es la energía del cielo (en dirección a la tierra). Los animales no crecen hacia la luz, si bien se alimentan de plantas o de otros animales que a su vez se han alimentado de plantas. El mundo animal vive y crece más en relación al plano horizontal, esto es yang.
La fuerza dominante yang es la centrípeta.
Yang son los tumores o quistes y la ovulación, por ejemplo.

El “drama” del ser humano, como me gusta llamarlo con cierto retintín, es que posee la energía propia del mundo vegetal (de tendencia yin, ¡pero no únicamente yin!), al tiempo que la del mundo animal (de tendencia yang, ¡pero no únicamente yang!).

Yin y yang son siempre en relación. Esto es así en cualquier creación, fenómeno o manifestación de vida. Si nos fijamos en el cuerpo humano, todas las funciones o sistemas corporales contienen su parte yin y su parte yang, en interrelación:

  • El movimiento respiratorio: inhalación y exhalación.
  • El movimiento muscular: alargamiento y acortamiento de los músculos.
  • El movimiento cardíaco: sístole y diástole.
  • El movimiento peristáltico o motilidad gastrointestinal: relajación y contracción de los intestinos.

Por lo tanto, yin y yang están presentes en absolutamente todas las manifestaciones de vida. La Alimentación es una de ellas.

Por eso, no es posible elaborar una teoría de la alimentación energética única y exclusivamente desde los nutrientes. Es fundamental que la medicina occidental y la oriental (la milenaria) salgan a su mutuo encuentro para construir una salud integral e integrativa.

¿Cómo funciona la salud? El ser humano tiende siempre a la homeostasis. El equilibrio es su principal función de vida. Y ante un desajuste o enfermedad, buscará los caminos o condiciones equilibradoras para reajustarse o sanarse. Ayudar al cuerpo a encontrar el camino es responsabilidad de cada persona.

 

“Salud es equilibrio. Equilibrio es Salud”

 

De modo que no existe una dieta general, sino tantas como personas y constituciones-condiciones existen. De no ser así, podemos comer alimentos sanos, pero no será suficiente porque no se corresponderán con las necesidades particulares de cada individuo. Por eso, en el Arte de cuidArte individualizo mi acompañamiento, para poder dar respuesta a la especificidad de la persona y contribuir a su autorregulación.

Desde la perspectiva energética de los alimentos, hay alimentos enfriadores-expansivos, alimentos calentadores-contractivos y equilibradores-de centro. Esta nomenclatura puede variar, pero en esencia, la idea es que existen unas tendencias energéticas de vibración diversa según se aproximan al centro o a sus extremos. Y ahí empieza el arte de la combinación y su preparación en la cocina. En la segunda parte de este artículo, entraremos en detalle a conocer los alimentos que se sitúan en el centro, así como los que tienden a los extremos y los que son de extremos. También aprenderemos que es posible transformar la energía determinada de un alimento a favor de nuestra salud. Esto es no sólo útil, sino indispensable si deseamos estar en coherencia con nuestra biología humana y cuidar de nuestra salud.

 

“Somos responsables de nuestra Salud”

 

Este artículo continúa en La energía de los alimentos (2ª parte).

 

Newsletter (mensual) del Arte de cuidArte

Viaja con la Newsletter AA. Destino: TU CUIDADO, TU SALUD.

Gracias! Acabas de suscribirte con éxito a la Newsletter AA