El binomio Relajación-Contracción forma parte de la dinámica de la salud, y es un movimiento necesario para las funciones intrínsecas de la vida.
También es necesario para el desarrollo de la Creatividad del Ser y el Existir.
Hablar de relajación es hablar de contracción, y viceversa. Es una polaridad complementaria que forma parte de la lógica de la existencia porque asegura la superviviencia de la Vida. Cuando están en desequilibrio, o una de las dos partes del binomio está ausente, el binomio se divide y aparece la Enfermedad.
Si pensamos (y sentimos) en términos de Yin Yang, esto es muy claro. La energía de la luz y el calor del día relajan, la energía de la oscuridad y el frío de la noche contraen. Otro ejemplo (me inspiro en una de mis prácticas de movimiento), no es lo mismo cuando llevo nadando diez largos de 25 metros en la piscina, momento en el que siento que mi cuerpo está caliente y el agua es mantequilla, que cuando acabo de nadar y para llegar al vestuario tengo que pasar por un pasillo envuelta en la toalla y mojada con un poco de fresquito por el cambio de temperatura y de medio. Todo es relativo, ¿verdad? Pero en mi caso, yo siento primero relajación y después contracción. Y ya tras la ducha, secada, cambiada y acabada mi actividad, de nuevo relajación.
La naturaleza y sus diferentes manifestaciones nos ofrecen constantes ejemplos de este Binomio relacional cuyas partes se dan la mano. Pero incluso dentro de la relajación hay contracción, y dentro de la contracción hay relajación, pues yin contiene a yang y yang contiene a yin. Por ejemplo: la Digestión. Pero vayamos por partes.
El Equilibrio de este binomio asegura la vida, decía unas líneas más arriba. El cuerpo tiende siempre a la salud, de acuerdo al principio homeostático. Esto significa que el cuerpo, cuando se sale de centro, se desajusta, se desequilibra, y hará todo lo posible por volver a encontrar su estado de autorregulación donde las funciones vitales fluyen y nos permiten crecer y desarrollarnos, en nuestras etapas vitales, pero también perseguir nuestros sueños, anhelos, proyectos, misiones, realizaciones.
La autorregulación implica un Equilibrio tensor muy preciso que nace justamente del encuentro relajación-contracción. Este equilibrio tensor -y su armonía resultante-, es común a todos los mortales, si bien en cada ser humano tiene una dinámica propia y singular.
Subrayo lo de Armonía resultante, porque si la experiencia que tenemos es la de una relajación de extremo o una contracción de extremo, no puede darse la Tensión equilibrada o equilibradora. Los extremos separan, disocian, nos alejan del centro.
Una vez más, aparece el Centro como un lugar-tiempo dinámico, basado en el sentir de las sensaciones y encarnado en el cuerpo que tenemos y somos. Las emociones ilustran muy bien el emplazamiento somático.
La Relajación de extremo es distensión, dispersión, languidez, laxitud, desmemoria, indecisión; la Contracción de extremo es rigidez, autoritarismo, hiperactividad, exigencia, impaciencia, irritabilidad, agresividad violenta. Pero cuando estas cualidades de extremo se acercan al centro, entonces puede tener lugar la tensión sana, dinámica y equilibradora.
¿Cómo sabemos que estamos en esta cualidad tensora? Porque nos sentimos Flexibles a nivel físico, emocional y mental. Es decir, disponibles y adaptables a los cambios y a la impermanencia de la vida. Las representaciones gráficas que tenemos de los budas ilustran esta cualidad pacífica en la sonrisa. Se trata de una sonrisa que según cómo se mire puede tocar la tristeza y la alegría al mismo tiempo. Esta sonrisa no es una risa, tampoco es un lamento. Es la sonrisa de la flexibilidad en su exacta tensión armónica.
Una goma elástica dada o muy floja no cumple su función, una goma muy tensa o estirada al borde de la rotura tampoco puede cumplir su función. Que me lo digan cuando de niña jugaba a saltar en grupo con la goma elástica; y de mayor, con el uso de un preservativo.
En Alimentación es muy evidente el impacto del binomio relajación-contracción. Hay alimentos que enfrían y otros que calientan. También los sabores tienen diferente cualidad energética: los sabores dulces tienen a relajar, los salados a activar. En función de nuestra naturaleza y de lo que estemos necesitando tomaremos uno u otro al servicio de nuestra salud y bienestar.
Por ejemplo, si llevo días obcecada con un tema, incluso obsesionada y ansiosa, será bueno prescindir de salazones, embutidos, horneados, panificaciones y cocinarme sopitas de raíces dulces, cremas de cereal para desayunar con alguna fruta deshidratada. Por el contrario, si llevo días dispersa, muy mental o divagando sin foco, me irá muy bien, añadir a mis sopas una cucharadita de miso, o desayunar un cereal más calentador como el trigo sarraceno con unas gotas de tamari. No entro en más detalles porque va a depender mucho de la condición y constitución de la persona. En mis Acompañamientos, individualizo siempre la propuesta dietoterapéutica porque no todos somos iguales ni necesitamos lo mismo. Pero, en cualquier caso, sirvan los ejemplos citados como muestra de un botón de cómo actúan las energías en los alimentos para equilibrarnos, llevarnos a un centro estable y reparador (Bioenergética de los alimentos).
El cuerpo humano es un constante generador de este binomio cuyo equilibrio dinámico da como resultado una tensión sana y necesaria para las funciones vitales. Así, la dinámica relajación-contracción la vivimos a cada instante y en cada sistema y aparato del cuerpo humano. Por ejemplo:
- En el movimiento respiratorio, a través de la inhalación y la exhalación.
- En el movimiento muscular, a través del alargamiento y el acortamiento de los músculos.
- En el movimiento cardíaco, a través de la sístole y la diástole.
- En el movimiento intestinal, a través de la motilidad y la peristalsis.
Por tanto, cuando alguna vez he escrito en otros artículos, en mi web o medios sociales que sin relajación no hay verdadera digestión, por ejemplo, lo correcto sería decir que sin relajación-contracción no hay verdadera digestión. Las dos partes del binomio son igualmente necesarias. En términos yin yang, diríamos que yin siempre es en relación a yang, y yang siempre es en relación a yin.
¿Por qué buscamos relajarnos tanto que rozamos o llegamos a la Pasividad? ¿O por qué necesitamos hacer, hacer, hacer tanto que rozamos o llegamos a la Hiperactividad? En ambos casos, quedamos lejos de sentirnos o sentir las señales de nuestro cuerpo. Son dos maneras de soltar responsabilidad, y de negar lo que nos sucede. La pereza o la hiperactividad son manifestaciones de la misma cosa: la Rigidez física, emocional o mental. No se trata de enjuiciarnos por ello, mas de entrar en contacto (desde un lugar seguro, confiado, y acompañadxs) con el primer dolor que sentimos y que explica que nuestro cuerpo se armara y cerrara ya en temprana edad.
La relajación sería, jugando con las palabras, una manera de “real dejar” (relajar), soltar el control y asumir el poder propio (en el sentido de responsabilidad), siempre y cuando se pueda dar en un entorno seguro para la persona.
Recapitulando, necesitamos un cuerpo relajado y respirado para que los órganos vitales funcionen adecuadamente y generen la Energía que necesitamos.
La relajación es abrir espacios internos para salir al encuentro de nuestra propia flexibilidad, equilibrio y centro (dinámico).
Nos cuesta relajarnos porque andamos muy contracturadxs y embotadxs en lo físico·emocional·mental. Y confundimos el relajo con la inmovilidad, la distensión total o laxitud, la inapetencia, el sedentarismo, el consumismo irresponsable, y la desautorresponsabilización de nuestra salud.
Los Hábitos de salud (en Alimentación · Movimiento · Pensamiento) entrenados desde la conciencia y la alegría nos aportan tensión creadora, autoconocimiento, bienestar y armonía, calma y paz. Te Acompaño en este entrenamiento de tu energía y relajación.
La dinámica, el diálogo entre relajación y contracción es una madre que dio a luz la tensión. Somos tensión creadora, somos hijas e hijos de esta Dinámica fecundada.
El caos y el orden también forman parte de esta tensión, así como la carga y la descarga. De estos binomios hablaremos otro día.
Las imágenes de este artículo son de Diane Arbus